Chia (Salvia hispanica L.)

LOS ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 EN LA FORMACIÓN Y
FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL (1)*

Los ácidos grasos omega-3 son esenciales para la formación del cerebro
humano e imprescindibles para su adecuado funcionamiento, y la única
manera de adquirirlos es a través de la dieta.
El desarrollo del sistema nervioso central (SNC) del humano, particularmente
del cerebro, se lleva a cabo durante el último trimestre del embarazo. En este
período comienza en forma activa la formación de las neuronas, y el
requerimiento de DHA, uno de los principales ácidos grasos omega-3, aumenta
considerablemente.
En efecto, el cerebro de los primates acumula este ácido en la vida intrauterina
y durante el primer año de vida. En el útero el DHA es aportado desde las
reservas de la madre, lo que produce que la concentración de DHA en el
cerebro (donde llega a constituir el 40% del contenido de ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga) sea mayor que la concentración en el plasma
fetal y ésta, a su vez, mayor que la placentaria y plasmática materna.
Los ácidos grasos omega-3 también son esenciales para el tejido visual,
estructura derivada del sistema nervioso central, que al igual que el cerebro
tiene una extraordinaria capacidad para captar DHA desde el plasma. En la
retina, el DHA forma parte de los fotorreceptores de los conos y bastoncitos.
Estas estructuras de la membrana, asociadas a la rodopsina, participan en la
conversión del estímulo luminoso en eléctrico y en los procesos de
transducción de señales que acompañan a este fenómeno. No hay evidencias
que la retina pueda sintetizar DHA a partir de sus precursores, sin embargo,
este ácido graso es continuamente reutilizado en el tejido, ya que el recambio
de los conos y de los bastoncitos es muy activo.
Un ejemplo concreto de que el ácido graso omega-3 DHA es necesario para el
desarrollo cerebral, se determinó in vitro, al observar que este ácido graso
permite el crecimiento de las neuritas de neuronas de la región cerebral
denominada hipocampo. De esto se desprende que el inadecuado crecimiento
de las neuritas, debido a deficiencia de DHA, puede contribuir al deterioro de
funciones cognitivas como el aprendizaje y la memoria.
Alteraciones de funciones cognitivas se demostraron en ratas, a las que
experimentalmente se les produjo una deficiencia de ácidos grasos omega-3
de largo plazo, lo que les produjo un deterioro en el comportamiento de
aprendizaje. Posteriormente este déficit cognitivo se revirtió al suplementarlas
con DHA, lo que revela que para el adecuado funcionamiento de la
comunicación interneuronal, es imprescindible la presencia de estos ácidos
grasos omega-3 en cantidades necesarias.
Un hecho que aclara que los ácidos grasos esenciales juegan un rol activo en
el funcionamiento de las membranas neuronales, es que ellos corresponden al
45% de los ácidos grasos presentes en las membranas sinápticas, por lo que
se considera que los ácidos grasos poliinsaturados y el colesterol, son los
principales determinantes de las propiedades biofísicas de las membranas
neuronales.
Como apoyo a lo anterior, es importante destacar que se ha demostrado en
animales, que dietas deficientes en ácidos grasos omega-3 modifican la
composición de lípidos y funciones neuroquímicas en áreas específicas del
cerebro y también a nivel general. Además se ha evidenciado un aumento en
la densidad de receptores 2A de serotonina en la corteza frontal y una
disminución de los receptores D2 de dopamina. Por lo tanto, dietas carentes en
ácidos grasos omega-3 realmente modifican el funcionamiento cerebral.
EL NIVEL DE ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 EN EL HUMANO ESTÁ
DIRECTAMENTE DETERMINADO POR SU INGESTA.
Como se puede colegir, los ácidos grasos omega-3 son ácidos grasos
esenciales, imprescindibles para un adecuado funcionamiento del SNC y la
única manera de adquirirlos para el ser humano es a través de la dieta.
No sólo es importante ingerirlos, sino que hacerlo en las cantidades
adecuadas, ya que está demostrado que los niveles de ácidos grasos
específicos en el plasma son reflejo de los ácidos grasos consumidos en la
dieta. Es así como el consumo de pescado, aceite de pescado y aceite con
DHA produce un aumento de ácidos omega-3 y una disminución de omega-6
en la fracción lipídica del plasma y en las membranas de eritrocitos y
plaquetas.
El aceite de Chia (Salvia hispánica), por su parte, se caracteriza por ser una
excelente fuente vegetal del ácido graso esencial Linolénico C18:3 W3, cuyo
porcentaje es del orden del 60%. Supera al aceite de semilla de linaza y aceite
de semilla de cáñamo que tienen porcentajes de ácido linolénico del orden de
45 y 15% respectivamente.
Si se considera que el requerimiento diario de ácido linolénico esencial se
calcula para individuos normales en un 0,5% de las calorías totales (2000
Kcal), puede estimarse de la composición determinada en este análisis que el
consumo de 7 gramos de semilla por día cumple con el requerimiento diario de
este ácido graso esencial.
Las fuentes dietarias habituales de ácido linolénico están en el aceite de soja
que tiene sólo del orden de 8% de ácido linolénico, por lo cual, para cumplir
con el requerimiento señalado anteriormente deberían consumirse del orden de
14 gramos de aceite de soja diario, lo cual indica claramente que la semilla
de Chía es una fuente extraordinariamente buena de este ácido graso
esencial. (2)
SUPLEMENTACIÓN CON ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 EVITA LA
APARICIÓN DE AGRESIVIDAD, HOSTILIDAD Y DE UN
COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL.
A un grupo de 42 estudiantes universitarios se les evaluó el comportamiento en
un período de estrés como es el de los exámenes finales. A unos se les dió a
ingerir diariamente una cápsula con aceite que contenía 1.5-1.8 g de DHA, a
otros se les administró una cápsula cuyo contenido fue 97% de aceite de soja y
3% de aceite de pescado. A todos se les aplicó el test psicológico Picture
Frustration Study (P-F Study) al comienzo y al final del período de estudio. Este
test consiste en mostrarle al paciente 24 imágenes que ilustran el sentimiento
de frustración, luego de lo cual se le pide que escriba sus primeras reacciones,
las que son clasificadas en distintos niveles de agresión. En el grupo control la
agresión externa, es decir, la agresión contra otras personas, aumentó
significativamente al final del período, comparado con el comienzo. Este
aumento fue de +8.9%. Por el contrario no hubo un cambio significativo en el
grupo que ingirió DHA, dado que la variación fue de -1.0%.
Estos resultados demuestran por un lado, que un medio ambiente con
condiciones de estrés psicológico en sujetos normales aumenta la agresividad
contra otras personas y por otro lado el aumento en la agresividad externa es
inhibido por el consumo de DHA.
En otro estudio se evaluó la hostilidad, en el mismo período estresante de los
exámenes finales, cuya duración es de tres meses. En el grupo control, el valor
de esta variable aumentó significativamente al final del estudio en comparación
al comienzo; el aumento fue de +58%. En cambio en el grupo que recibió DHA
la variación en la hostilidad fue de -14%. También fue evaluado el nivel
plasmático de una catecolamina, la norepinefrina. En el grupo que recibió DHA
los niveles de esta hormona disminuyeron significativamente en un -31%. En el
grupo control los niveles plasmáticos de la norepinefrina no variaron. Igual
resultado se demostró al aportar 1.5 g de DHA al día a estudiantes de medicina
en período de exámenes, que duró 9 semanas. Al término de este lapso de
tiempo los sujetos que recibieron DHA presentaron una disminución
significativa en los niveles plasmáticos de norepinefrina de -31%.
La deficiencia de ácidos grasos omega-3, EPA y DHA, produce una disfunción
de distintas vías de neurotransmisores en zonas específicas del cerebro, lo que
puede ser la causa de la modificación del comportamiento. En animales se
demostró que dietas suplementadas con ácidos grasos omega-3 producen una
elevación del 40% en los niveles de dopamina, mayor unión de ésta a los
receptores D2 y la reducción en la actividad de la enzima B monoamino
oxidasa en la corteza frontal. Por el contrario, dietas deficientes en dichos
ácidos grasos, producen la disminución de los niveles de dopamina y
serotonina en la misma zona cerebral, y aumento en el 72% de la liberación de
acetilcolina en el hipocampo.
Las evidencias expuestas permitirían aconsejar el desarrollo de intervenciones
nutricionales sobre individuos sometidos a un constante estrés psicológico, con
ácidos grasos omega-3 para intentar mejorar el comportamiento antisocial, la
disminución de la agresión a otras personas y la disminución de la hostilidad,
más aun si se considera el hecho de que se han encontrado niveles
plasmáticos disminuidos de DHA en personas violentas con personalidad
antisocial. La suplementación con ácidos grasos omega-3 puede ser un
coadyuvante para la mejoría de dichos comportamientos.
RESUMEN
Los ácidos grasos omega-3 son esenciales para la formación del cerebro
humano e imprescindibles para su adecuado funcionamiento, y la única
manera de adquirirlos es a través de la dieta.
La ingesta deficiente de ellos produce diversas disfunciones en la
neurotransmisión, lo que puede ser una de las causas de diversos trastornos
psiquiátricos como la depresión mayor y la esquizofrenia. Se ha demostrado
que pacientes suplementados con dichos ácidos grasos presentan mejorías
significativas de sus síntomas.
Otro aspecto importante de la conducta humana en que los ácidos grasos
omega-3 han demostrado utilidad, es en disminuir el comportamiento
antisocial, la agresividad y la hostilidad en sujetos sometidos a ambientes de
estrés psicológico. La suplementación con ácidos grasos omega-3 puede ser
un coadyuvante para la mejoría de dichos comportamientos.
BIBLIOGRAFÍA
(1)* FUENTE: Rev Chil Nutr Vol. 32, N°2, Agosto 2005 LA SUPLEMENTACIÓN CON
ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 DISMINUYE LA AGRESIVIDAD, HOSTILIDAD Y EL
COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL Alexis Eduardo Tapia S. Laboratorio de Química
de Alimentos y Materias Grasas. Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.
Universidad de Chile. Chile.
(2)* FUENTE: Informe Químico del Laboratorio de Química de Alimentos y Materias
Grasas. Departamento de Ciencia de los Alimentos y Tecnología Química.
Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas. Universidad de Chile. Mayo de
2006.

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